Artículos de Opinión

Opinión – Del “Más vale pájaro en mano” al “Salga el sol por Antequera”

Cómo pasar de la odisea a la epopeya en el último minuto de partido.

Ya lo había dicho Torrecilla en la previa del partido ante el Antequera: “Lo importante es puntuar fuera de casa. Si hubiésemos sacado cuatro empates, no hace falta ganar”. Esa visión tacaña, conservadora y poco ambiciosa es justo la que ha llevado al Hércules a ser el peor equipo del grupo fuera de casa. Porque si sales a empatar, lo normal es que acabes perdiendo.

Y eso pasó. El Hércules salió a empatar, y el primer tiempo se me pasó entre bostezos y alguna cabezadita en el sofá. Vamos, que me dormí literalmente del aburrimiento… y hasta soñé. Soñé que llegaba a Antequera y un cartel me avisaba: “Antequera, siga recto”. Justo debajo, otro decía: “Salida de emergencia”. Y lo vi claro. Presentí cuál había escogido el Hércules.

Pero llegó el segundo tiempo, y aquello cambió. Por momentos pensé que seguía soñando. Pero no: desperté justo cuando Aranda contragolpeaba como el mismísimo Maradona, sorteando rivales y culminando con un disparo al poste que Fran Sol se encargó de remachar. Era el 0-1, pero entonces llegó esa máquina del FVS, que es como el VAR pero de bajo coste y el árbitro lo anuló. Un gol como una casa anulado por dos señores que parecían no aclararse con el Challenge —así lo llaman los comentaristas—, ese sistema de revisión de jugadas, con esa tele metida en una caja negra que parece un horno portátil, que a unos calienta y a otros los socarra directamente. Ayer los árbitros, con sus cascos puestos, contemplaban el aparato como astronautas del Challenger perdidos en el espacio, y no es de extrañar. No hay líneas calibradas, ni cámaras suficientes, ni presupuesto para más que una tele, unos cascos y poco más. Es todo tan artesanal como la paella de los domingos.

Pero lo mejor vino después. El partido siguió vivo, y el Hércules parecía haber cambiado el discurso, con varias ocasiones para marcar, justo cuando el colegiado se vino arriba con las tarjetas y expulsó a Aspra del Antequera, lo que debía haber facilitado las cosas a los herculanos, pero otra expulsión, esta vez a Javi Jiménez, volvió a nivelarlo todo. Ya con el tiempo cumplido marcaba el Antequera.

Y cuando todo parecía perdido y Torrecilla miraba el reloj como quien espera la campana de fin de combate, apareció Ben Hamed, o mejor dicho, Ben Hur, tirando del carro, cruzando el desierto del Maulí con el látigo de la épica y un pelotazo que hizo temblar hasta las piedras de Antequera. Gol. En el último segundo.

Y ahí quedó Torrecilla, salvado por la campana, o por el látigo, mirando al cielo con gesto de alivio. Una semana más en el cargo gracias a Ben Hamed, el gladiador del empate, que fue capaz de convertir otro drama en epopeya y una tarde gris en un empate heroico.

Al final, en el Hércules, siempre sale el sol… aunque sea por Antequera.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba