::Opinión – Hércules: Una temporada sin historia en un Club con Alma que sueña con volver a Luceros

Alicante sigue latiendo en blanquiazul. Pero mientras su afición empuja con alma y memoria, el club camina sin rumbo claro. Una temporada irregular que vuelve a dejar al Hércules CF en tierra de nadie y a su afición preguntándose: ¿Hasta cuándo?

En otro tiempo, los domingos en Alicante sabían a partido. El Rico Pérez latía como el corazón de una ciudad que no entiende la vida sin fútbol, que vibra en blanquiazul cada fin de semana. Desde San Blas hasta el Postiguet, las calles se teñían de blanquiazul, las familias salían juntas rumbo al Rico Pérez, los bares bullían de nervios y debates, y en el aire se respiraba algo más que fútbol: se respiraba identidad. Camisetas, banderas, bufandas, abuelos contando hazañas, niños descubriendo ídolos. No importaba el rival, lo importante era el ritual de una ciudad que vive y respira el fútbol, el de una afición que siempre ha sido y es de Primera.

Los mayores recordamos aquellos años dorados y la pasión con la que se vivía el fútbol en toda la ciudad. Recuerdo el ascenso de la temporada 1995/96 con un equipo liderado por jugadores como Alfaro, Rodríguez, Jankovic, entre otros grandes…el gol de Sigüenza en Badajoz que supuso el retorno del equipo a la élite desatando la euforia en Alicante y ya, el más reciente, el ansiado ascenso a Primera RFEF rompiendo una racha negativa de 14 años… Las lágrimas, los abrazos, la fiesta en Luceros, todos esos recuerdos del pasado, parece que renacían con este último ascenso…Pero renació poco. O no lo suficiente.

A falta de un partido para terminar la actual temporada el equipo ha terminado más cerca de los puestos de descenso que de los que dan acceso a la promoción de ascenso. Ni frío ni calor.

Para esta temporada se esperaba algo más, pero los números son los que son. Cuarenta y siete puntos en treinta y siete jornadas. Buenos partidos en casa, eso sí, pero fuera del Rico Pérez, el equipo no ha respondido conforme a lo esperado. Trece victorias, ocho empates, dieciséis derrotas, cuarenta y seis goles a favor y cuarenta y seis goles en contra. Ese es el resumen de una plantilla justa, con momentos de entrega y esfuerzo, pero sin fondo de armario, sin relevo, sin contundencia, sin el refuerzo estructural que un ascenso exige.

El axioma que define al club en los últimos tiempos no falla: inversión mínima, ambición nula. Una constante que mantiene al Hércules lejos de donde la afición espera verlo. Salvo milagro. Tampoco falla nunca la ilusión de la grada, aunque no termine de llegar un proyecto serio desde el palco.

El problema no está en el césped. Está en los despachos. Otra temporada más con el mínimo gasto y el máximo silencio por parte del propietario, que deja al Hércules sin gasolina para competir, sin empuje y con un futuro poco esperanzador.

Esta temporada, equipos de ciudades más pequeñas, como Ceuta, Ibiza o Antequera, han diseñado proyectos sólidos mientras Alicante sigue atrapada en su melancolía, soñando con tiempos mejores ya vividos o los que puedan llegar en el futuro.

La diferencia es clara: El Ceuta ya ha logrado el ascenso a Segunda División con un apoyo institucional histórico: una subvención de 3,9 millones de euros aprobada por su gobierno local, que ha permitido reforzar plantilla, infraestructura y profesionalizar el club. El Ibiza, con un presupuesto parecido al del Hércules, ha sido competitivo hasta el final, demostrando que con buena gestión y claridad de objetivos, se puede rendir a gran nivel. El Antequera, con presupuesto inferior (alrededor de 1 millón), ha logrado clasificarse para el play-off de ascenso gracias al buen hacer de un cuerpo técnico valiente, ambicioso y bien dirigido.

¿Y el Hércules? Se echa de menos fichajes de peso. Tampoco hay inversión en la cantera. No hay mejora en infraestructuras ¿Hay algún plan?

Sin embargo, a veces, ocurre lo inesperado. Como aquel gol de Sigüenza. Como el ascenso de 2010. Como el del año pasado, cuando, contra todo pronóstico, el Hércules volvió a ilusionar a una ciudad entera.

Quizá no haya estrategia. Quizá no haya recursos. Pero hay algo que no va a desaparecer nunca: el alma de un club y de una afición que siguen esperando ese día, esa tarde en la que el Rico Pérez vuelva a rugir, esa noche en la que Luceros vuelva a llenarse de banderas, abrazos y fiesta. Esta temporada ya no. Quién sabe si la próxima…Pero llegará. El alma y el corazón ya lo tenemos. Falta el milagro. Alguien que encienda la chispa. Luceros sabe esperar.
Paco Hernández.

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