
Alicante vive instalada en una paradoja: tenemos pasión por el deporte, pero nos cuesta convertirla en proyectos duraderos. Ahora, la Fundación Lucentum nos plantea un reto ilusionante: construir una ciudad del baloncesto con pabellones, pistas y un centro de formación que aspire a favorecer la práctica deportiva, modernizar las infraestructuras y dar un salto de calidad que sitúe al club —y a Alicante— en el lugar que merece dentro del panorama nacional e incluso internacional.
El plan impresiona: más de 13.000 metros cuadrados, dos pabellones cubiertos y espacios de residencia para jóvenes talentos. El Ayuntamiento ya ha mostrado su apoyo y hay inversores privados, incluso capital mexicano, interesados en financiarlo bajo un modelo público-privado.
El Lucentum merece este paso. Porque conviene recordar que este club ya nos hizo soñar. No hace tantos años, el equipo llenaba el Centro de Tecnificación, competía en ACB y hasta se asomaba a Europa. Con nombres como Larry Lewis, Lucio Angulo, Nacho Rodríguez o Perasovic, entre otros grandes, Alicante vibraba con un baloncesto que parecía no tener techo. Esa memoria colectiva sigue viva, y es la que da sentido a este proyecto. No se trata de inventar un sueño nuevo, sino de recuperar el que ya vivimos y, esta vez, levantar sobre él una base sólida que garantice un futuro duradero, no efímero como otras veces. Un futuro que nazca desde la cantera, que forme a nuevas generaciones y que dé continuidad a una pasión que nunca se apagó.
Pero no basta con levantar ladrillo. El reto es que la instalación sea un proyecto vivo, conectado con la cantera, con los barrios y con la ciudad. Que no se quede en una maqueta llamativa o en una promesa incumplida, sino que genere actividad, comunidad e ilusión.
El Lucentum ha dado el primer paso. El Ayuntamiento lo respalda. Ahora toca a los inversores y a la economía demostrar que esta vez, por fin, el baloncesto de Alicante tendrá la casa que merece. Y quién sabe… quizá volvamos a escuchar rugir el pabellón como en aquellos años en que todo parecía posible.