El Roig Arena vivió una noche de baloncesto puro, de esas que se disfrutan hasta el último segundo. Valencia Basket se impuso por 91-81 a un Kosner Baskonia Vitoria-Gasteiz que nunca bajó los brazos y obligó a los locales a ganar el partido tres veces: primero con un vendaval ofensivo, después con defensa y, finalmente, con temple en los minutos decisivos.
Un inicio frenético y lluvia de triples
El choque arrancó con errores en ambos lados, pero pronto Matt Costello abrió la lata con un triple que marcó el camino. Brancou Badio y Jean Montero se sumaron al festival desde el arco y Valencia Basket empezó a carburar. El primer cuarto terminó con 27-19 tras un parcial que encendió a la grada y dejó claro que el equipo taronja quería imponer ritmo.
El segundo cuarto fue un espectáculo ofensivo: diez de los primeros trece triples valencianos entraron y la ventaja llegó a superar los 20 puntos tras dos aciertos seguidos de Taylor. Pero Baskonia no se rindió. Luwawu-Cabarrot se echó el equipo a la espalda y lideró un parcial que recortó la diferencia hasta el 58-47 al descanso. El partido seguía abierto.
Defensa taronja y reacción vitoriana
Tras el intermedio, Valencia Basket ajustó en defensa y volvió a estirar la renta con acciones de Montero, Reuvers y Omari Moore. El marcador llegó a marcar la máxima ventaja local, pero Baskonia respondió con triples de Kurucs, Howard y Omoruyi para volver a meterse en el partido. A falta de siete minutos, la diferencia era solo de seis puntos y el Roig Arena contenía la respiración.
Últimos minutos: temple y energía
En el tramo final, Valencia Basket sacó carácter. Costello anotó un triple clave, Taylor corrió la pista como una flecha y Montero inventó una canasta que terminó de romper la resistencia baskonista. La defensa taronja secó el ataque visitante y los aplausos del público acompañaron los últimos segundos de un triunfo trabajado y merecido.
Pedro Martínez, claro y directo
Tras el partido, el técnico taronja resumió la esencia del encuentro:
«El baloncesto es dinámico. Nos gusta cuando metemos, no tanto cuando nos meten y la distancia se encoge. Todo no puede ser. Creemos en un basket de ida y vuelta, y hoy lo hemos demostrado.»
