Cuando más nublado estaba el horizonte, cuando las cuentas de la clasificación parecían exigir una calculadora
científica… aparecieron ellas.
Las Guerreras firmaron en la Main Round del Europeo 2025 una victoria tan necesaria como contundente ante Islandia (23–29), un triunfo construido desde el músculo defensivo, las manos de Lucía Prades y un tramo final directamente demoledor que cambió la narrativa del torneo.
España aún no está en cuartos, pero sí volvió a ser España: un equipo que, cuando se conecta, incendia los partidos y convierte la duda en convicción.
Un arranque espeso y un descanso que sabía a poco
El choque empezó torcido. Islandia entró al partido con un nivel de acierto que obligó a las españolas a remar desde muy pronto. España acumuló pérdidas, lanzó precipitada y llegó a encadenar siete minutos sin ver portería, un agujero que ni Ambros Martín quiso permitir: tiempo muerto y a reorganizar ideas.
Aun así, cuando peor pintaba, emergió la figura clave del primer tramo: Lucía Prades, que sostuvo al equipo bajo palos y frenó una sangría que amenazaba con romper el encuentro.
En ataque, Lyndie Tchaptchet fue la vía de escape, apareciendo entre líneas y cargando con responsabilidad en los momentos de mayor atasco ofensivo.
El descanso llegó con una mínima ventaja (13–14), pero con la sensación de que España podía, y debía, dar mucho más.
Del equilibrio al huracán: el parcial que cambió todo

La segunda parte arrancó igualada, incluso con momentos en los que Islandia asomó por delante. Nada hacía presagiar lo que estaba por venir: un terremoto de juego español que dejó al pabellón helado.
España ajustó líneas, adelantó la defensa, castigó las pérdidas locales y voló en transición.
En apenas trece minutos, firmó un parcial salvaje: 1–12.
Ahí se acabó el partido. Ahí nacieron de nuevo las Guerreras.
Lucía Prades siguió agigantada, Jennifer Gutiérrez corrió cada contraataque como si fuera el último, Danila So Delgado ejerció de martillo desde los 7 metros y las jóvenes, Elba Álvarez, Maddi Bengoetxea, Maitane Etxeberria, aportaron esa electricidad que exige un Europeo.
España pasó del 20–20 al 20–29 sin apenas pestañear. Un disparo directo a la moral islandesa.
Control final y un mensaje claro al campeonato
El tramo final sirvió para administrar la ventaja y confirmar sensaciones: España puede ser un equipo incómodo, agresivo, atrevido y capaz de correr más que nadie si consigue defender con intensidad.
El 23–29 final refleja dos realidades:
España sobrevivió a su peor racha en ataque sin descomponerse y cuando ajusta, es un bloque difícil de seguir incluso para selecciones físicamente potentes como Islandia.
El torneo sigue abierto, las cuentas se harán más adelante, pero el mensaje queda ahí:
Las Guerreras no se bajan de la pelea. Y cuando defienden como esta noche, son un problema muy serio para cualquiera.




